viernes, 2 de mayo de 2008

The Fountain: amor ingrato del tiempo- film.


De la revista electrónica Shangri-la: texturas, un estracto del artículo referido a las relaciones temporales en el discurso cinematográfico, a propósito de la película The Fontain (La Fuente) de Darren Aronofsky.

Algunos alcances:
1. La película La Fuente fue destrozada por la crítica, en general. De hecho, se habló de una "caída" del autor de Requiem for a Dream.
2. La obra tiene su antecedente en la novela gráfica escrita por el mismo Aronofsky e ilustrada por Kent Williams. Vertigo/DC, 166 páginas.

El artículo agudiza un aspecto que me parece pertinente a ser criticado: la fragmentación de los relatos llevada a tal extremo [quizás ni tanto, pero confunden, dispersan el argumento...] que genera incomprensión. Ambicioso sin causa o con ella, este nuevo film de un director particularmente súper-energizado como Aronofsky, aquí una crítica poderosa.


El legado de "Intolerancia"

por Irene de Lucas Ramón

“La historia de The Fountain trata del amor y de nuestra dificultad para aceptar la muerte”, este es leitmotiv que figura en la web oficial del último filme de Darren Aronofsky. Esquivo a cualquier taxonomía cinematográfica, este ensayo de ciencia ficción metafísica, con un contenido en apariencia simple y recurrente, presenta sin embargo una audaz elección formal al transcurrir en tres épocas temporalmente tan distantes como son el siglo XVI, XXI y XXVI. Con una estructura no lineal, el filme narra tres historias, la de un Conquistador español en tierras mayas que busca el Árbol de la vida, la de un científico que pretende salvar a su mujer de un tumor cerebral utilizando componentes del mismo árbol, y la de un ‘astronauta’ que viaja por el espacio en compañía de ese árbol moribundo. Los tres personajes (interpretados por el mismo actor) buscan la mítica fuente de la juventud con un mismo objetivo: salvar a la mujer que aman.

Esa búsqueda eterna de la inmortalidad es el vínculo argumental que une las tres historias aderezando la narración fragmentada con cruces narrativos (la mujer enferma del científico escribe el relato sobre el Conquistador y a su vez señala la nebulosa hacia la que se dirige el astronauta). No obstante, si hubiera que señalar el vínculo temático que realmente liga los tres hilos argumentales en una única historia, para Aronofsky la respuesta es sencilla: “The Fountain es una historia de amor simple”. Y así es. La película habla del amor pero mostrado a través del tiempo, de la Historia, porque como él señala “es difícil mostrar una historia sobre la búsqueda de la inmortalidad en una sola época”.

Sin embargo –contra toda predicción- el proyecto que ha costado seis años de su vida llevar a la pantalla, no está teniendo tan buena acogida como la premiada Réquiem por un sueño. Abucheada en Cannes, los comentarios de los espectadores hablan de confusión y las críticas coinciden en que es difícil de seguir y en que, víctima de sus ambiciones poco focalizadas, el mensaje se pierde en la nebulosa de un relato desarticulado e inextricable.

Sin duda, el filme de Aronofsky presenta muchos aspectos criticables, pero no lo es el intento de desmarcarse de un cine independiente acomodado que sólo apuesta por fórmulas cobardes y asentadas para narrar sus historias. Aronofsky hace un loable y arriesgado intento de ilustrar la perdurabilidad de una idea abstracta, como el amor, a través del tiempo y mediante una narración fragmentada. Pero falla. Falla porque estas dos fórmulas narrativas que, por separado, no presentan problemas para el espectador, al combinarse en un mismo relato no sólo dificultan su comprensión sino que irónicamente impiden leer el mensaje que vincula, engloba y avala las tres historias individuales. El espectador no sale del cine con la sensación de haber entendido el mensaje, sino sumido en una gran confusión fruto de una reflexión turbia ilustrada por un relato titubeante.

Intolerancia y el amor a través de los tiempos.

No es la primera vez en la historia del cine en la que una película que combina estas dos elecciones narrativas choca con un muro de incomprensión. La primera fue hace ya 91 años cuando en Intolerance, D.W.Griffith abordó la gran audacia formal de articular su mensaje de protesta contra la injusticia y el despotismo mediante cuatro episodios, muy distantes en el tiempo y el espacio, que se desarrollaban simultáneamente. El primer filme de la Historia en presentar una narración fragmentada no se contentaba con mostrar simultáneamente cuatro hilos argumentales independientes y distanciados en el espacio, sino que éstos también estaban separados por un abismo temporal. El resultado, como relata Terry Ramsaye, fue que "el público acudió a ver Intolerance en cantidad suficiente como para comprobar que no comprendía absolutamente nada en aquella historia. Los consumidores del arte que necesita el mayor denominador común se encontraron en la pantalla con un espécimen cuasi algebraico, todo adornado de confusión (...) Intolerance fue un gran fracaso".

Se ha escrito mucho acerca de la incomprensión que produjo en el público la que, por otro lado, es una de las películas clave en la evolución del lenguaje cinematográfico. ¿Qué hacía de Intolerancia un filme ininteligible e incómodo para los espectadores? Según Georges Sadoul, "la forma inusitada empleada por Griffith determinó el fracaso de Intolerance. El realizador se dejó llevar por una concepción nueva del relato, un simultaneísmo que el público era –y será siempre- incapaz de comprender y asimilar". Para Sadoul el problema está en la simultaneidad, en otras palabras, en la narración fragmentada. Si los cuatro episodios se hubiesen desarrollado consecutivamente y sin saltos, como se había hecho siempre hasta entonces, el filme no hubiese presentado ningún problema para el público. Sin duda, está en lo cierto.

Sin embargo no es arriesgado aventurar que, dentro de esta narración fragmentada, el elemento que causó mayor distorsión fue la distancia temporal entre los cuatro episodios insertos en un relato de simultaneidad. El público sí estaba acostumbrado a leer distintas acciones que se desarrollaban simultáneamente en espacios distintos. Recordemos que los filmes anteriores de Griffith en la productora Biograph y su famoso ‘rescate en el último minuto’ se basaban precisamente en la simultaneidad espacial. El montaje alterno traducía el transcurrir simultáneo de dos acciones distintas en espacios distintos. Este procedimiento de montaje no solo fue comprensible sino que gozó de un gran éxito de público. Parece pues más probable que el problema se presentase con el eje temporal: ¿cómo comprender que distintas historias que suceden en tiempos históricos distintos se desarrollen simultánea y no consecutivamente en el relato?

Lo cierto es que la exitosa fórmula del rescate griffithiano funcionaba siempre en torno a un único hilo argumental. El problema viene cuando se desarrollan acciones de distintos tiempos históricos (Babilonia, la Era moderna…) y en distintos espacios –lo que implica la existencia de más de un hilo argumental- que, en lugar de presentarse independiente y consecutivamente, se estructuran en un relato fragmentado, como en Intolerance. La distancia temporal entre los cuatro episodios, los hilos argumentales, en su combinación con la narración fragmentada, produce un nivel de desarticulación que hace incomprensible el relato. Eisenstein se refirió específicamente al problema temporal para explicar el fracaso del filme: "los cuatro episodios elegidos por Griffith eran demasiado dispares. El fallo formal de este ensayo de sintetizar en una única imagen la intolerancia no es más que un reflejo de un error temático e ideológico. Ahí está la clave de por qué el montaje de Griffith tropieza con el problema de la abstracción. El secreto de su fracaso no es técnico-profesional sino ideológico-intelectual. No es que esta representación no pueda ser, con una buena presentación y tratamiento, elevada al nivel de una metáfora, comparación, imagen. No es que en esta ocasión Griffith haya perdido su método o su capacidad ni que su trabajo impida al pensamiento abstraerse de los fenómenos. Pero él ha pretendido sacar una conclusión demasiado general de acontecimientos muy diversos en su naturaleza y en sus fechas históricas. Ese fue su gran error".

La crítica de Eisenstein señala dos problemas: la distancia temporal de las distintas historias o líneas argumentales y el problema de la abstracción. T.Ramasye señala muy acertadamente el peso de la abstracción en Intolerance : "La concepción que expresa la palabra intolerancia es una imagen abstracta del pensamiento (…) Griffith decidió partir de una serie de ejemplos escogidos de la Historia para crear una emoción dramática sobre un principio abstracto". Un relato fragmentado -que carece incluso de vínculo temporal entre las distintas historias- suele apoyarse sobre un vínculo temático y abstracto para unificar los distintos hilos argumentales. En Intolerance los cuatro episodios se unen por una ligadura común precisada en el subtítulo del filme : ‘Love struggle through the ages’. Volviendo a la comparación inicial, éste es el mismo vínculo temático que unifica las tres historias The Fountain.

El amor, como la intolerancia a la que se refieren Eisenstein y Ramsaye, son conceptos abstractos fáciles de ilustrar desde lo concreto –la historia y la experiencia individual - pero difíciles de mostrar en su dimensión de durabilidad a través del tiempo –relatos distanciados espacial y temporalmente-, en calidad de metáfora que unifique lo diverso. El amor es un concepto demasiado abstracto para unificar las distintas líneas argumentales sin la ayuda de ningún anclaje temporal ni espacial común. El espectador no parece ser capaz de intuir este vínculo, de entender el mensaje ; las metáforas visuales se leen literalmente, de forma que las distintas líneas argumentales se perciben como historias aisladas e independientes y sin embargo confusamente intrincadas.

Sin duda, la combinación de ambos factores, la innovación del relato fragmentado a través del montaje y la abstracción del concepto del amor que unía historias temporalmente tan distantes, jugó un papel importante en el fracaso de Intolerance. Casi un siglo después de que Griffith inventase la narración fragmentada a través del montaje, asumimos que esta fórmula no implica ya problemas para las competencias de lectura de los espectadores del siglo XXI y sin embargo, cuando la narración fragmentada vuelve a ponerse al servicio de varias historias distanciadas en el tiempo y unidas de nuevo por la abstracción del concepto ‘amor’, como ocurre en The Fountain, el fracaso vuelve a llamar a la puerta. A pesar de que Aronofsky juega con ventaja, ya que utiliza elementos de unión como cruces narrativos –el árbol omnipresente-, y de continuidad –el mismo actor- entre las tres historias, la esencia de la fórmula de Intolerance vuelve a llenar de confusión las salas… ¿Existe una imposibilidad real de mostrar cinematográficamente, a través de la simultaneidad, la lucha del amor a través del tiempo?

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THE FOUNTAIN

Dirección: Darren Aronofsky. País: USA. Año: 2006. Duración: 97 min. Género: Drama, ciencia-ficción. Interpretación: Hugh Jackman (Tomás/Tommy/Tom Creo), Rachel Weisz (Isabel/Izzi Creo), Ellen Burstyn (Dra. Lillian Guzetti), Mark Margolis (padre Ávila), Sean Patrick Thomas (Antonio). Guión: Darren Aronofsky, basado en un argumento de Darren Aronofsky y Ari Handel. Producción: Iain Smith, Eric Watson y Arnon Milchan. Música: Clint Mansell. Fotografía: Matthew Libatique. Montaje: Jay Rabinowitz. Diseño de producción: James Chinlund.

1 comentarios:

Leonardo de Valdivia dijo...

el otro día estaba viendolo un poco nada más, estaba oscura la escena y ya entendí al momento lo compleja que es... el mundo traspuesto como volver al futuro 1 2 3

saludoSS Ñe