miércoles, 30 de enero de 2008

La segunda oportunidad: A History of Violence

Lo que distingue al relato de Cronenberg es que su interés no está en la venganza, sino en el fenómeno sicogenético de la violencia, la capacidad de inferir daño más allá del límite social, y de transmitirla del pasado al presente, e incluso de generación en generación, en una interminable cadena de condenación. (Ascanio Cavallo, el Sábado)

Extraído del gran blog cinéfilo espectrafilms.cl, luego de pasar el escalofrío necesario de esta breve (90 min.) pero sin duda magistral (y violenta) película.

Una Historia Violenta: La gran viñeta americana.

Miguel Ángel Vidaurre.

David Cronenberg construye un filme duro y compacto que parece extraído de una serie de enlaces de la cultura popular norteamericana, los dibujos de Norman Rockwell, retratista oficial de la América clásica de los años 30 y 40, las pinturas de Edward Hopper con sus personajes ensimismados habitando suburbios preclaros, las novelas negras y sus personajes desesperados por encontrar aquello que se les niega sistemáticamente: un segundo acto.

Poética endurecida del suburbio que abre los ochenta con “Blue Velvet”, los noventa con “Fargo” y el nuevo siglo con “Una historia violenta”, visualizando las transformaciones y devenires de un espacio imaginado y desgatado por los sueños y las pesadillas de una población que defiende su proyecto tribal hasta la locura. Antaño utopía de gángsters que intentaban reiniciar sus vidas fuera de la urbe infernal para reiniciarla en el límite difuso de un pueblo desdibujado de la infancia. La nostalgia por la inocencia perdida era una constante del cine negro clásico, sus protagonistas era mayormente excombatientes que volvían del frente para encontrar un país que no los extrañaba, habían aprendido a matar y ahora se dedicarían a ello con espíritu de negociantes juntarían dinero y se retirarían a vivir a su pueblo de infancia, o al menos a uno que se pareciera a sus recuerdos. En The Asphalt Jungla (1950) la cínica mirada de John Huston hace morir a su protagonista encarnado por Sterling Hayden paradójicamente en el centro de su sueño, un grupo de caballos en una finca, una montaña nevada a la distancia, la mujer amada corriendo tras el, el sueño americano deviene en pesadilla gótica.

El asesino agotado de su quehacer busca desaparecer en la emboscadura. Volverse otro literalmente, no es el arrepentimiento por su vida anterior lo que lo impulsa a su transformación sino la sola posibilidad de devenir, no se trata de una especulación filosófica sino de un ejercicio empírico de reencarnación. La vida norteamericana no acepta segundas oportunidades por lo cual se debe partir de cero, llegar al grado final de la personalidad agotada. La fuga, el escape, el extravío, nunca la aceptación sino más bien, una profunda inconciencia. Solo los pueblos viejos se dan el lujo de la lucidez, para el resto solo queda el movimiento incesante o la ilusión holográfica del espacio bucólico.


En el cine de David Cronenberg las duplas en estado de fusión han sido objetos de constante presencia, desde los hermanos con poderes síquicos en “Scanner” que culminan en una batalla por el dominio de la conciencia del otro en donde fusionan sus sistemas nerviosos en una nueva entidad, en “The Fly” el científico recombinado molecularmente con una mosca finaliza su transformación fusionándose con el aparato telé transportador , en “Dead Ringers” un par de gemelos y siameses a niveles espirituales perecen en su intento por reabsorber uno a otro, no es el regreso al útero aquello que buscan sino el procrear una entidad tercera que involucre a ambas en un salto evolutivo tan duro como un estallido a quemarropa.


Volverse otro, romper el molde, el sueño americano resistiendo a sus pesadillas. Mitchum atendiendo una estación de servicio en Out of the past (1947) de Jacques Tourneur, en donde será reconocido por un viejo cómplice y obligado a salir de su destierro, en Shane (1953) Alan Ladd es un pistolero cansado de enfrentar una y otra vez nuevos contrincantes, es un asesino profesional que nació en un contexto conveniente pero que desea romper el molde, al ser contratado en una granja oculta sus armas y simula ser un campesino pero presionado por los acontecimientos su vida anterior saldrá a flote en defensa de la comunidad que lo acogió, al matar revela su pasado y se gana el temor del grupo. En Unforgiven (1992) Eastwood construye un nexo posible entre el mundo fordiano y los personajes terminales de Peckinpah en donde el intento de transformación del protagonista es abortado por su necesidad de conseguir dinero para mantener a sus hijos, el asesino opera como granjero y el pistolero permanece adormecido. No es posible abandonar la vida previa solo se superponen capas de existencia y cada una de ellas va fundiéndose con la anterior.



Filme de oscuros pasados que acechan tras la apacible apariencia de una familia modelo en un pequeño pueblo idealizado. Revisión en clave de los setenta de los paramos sicológicos de Psicosis y de aquel filme injustamente olvidado “Bad Day at Black Rock” (1955) dirigida por John Sturges, en donde Spencer Tracy, debe ingresar a una cerrada comunidad rural para recomponer la memoria de una conspiración criminal, en este mismo filme Sturges utiliza una operación de violencia súbita, un golpe de karate impensado sobre el bravucón del pueblo interpretado por Lee Marvin que parece tener cierta cercanía con la seca y dura violencia física que utiliza Cronenberg– obras fundacionales del pavor urbano hacia el poblado rural – las pesadillas de los hijos de los campesinos trasplantados a la ciudad es volver a la miseria del terruño, la demonización o idealización del espacio rural tiene que ver con la mirada desde la ciudad, con la fatalidad de la pobreza, con la inversión valórica del lugar del mal en el país. El gótico americano crecerá al ritmo del miedo y la nostalgia de los citadinos por el paraíso perdido.


El cuento gótico americano contado desde la mirada de una pequeña con pesadillas frecuentes o de un adolescente que descubre que su padre es el ogro de sus relatos de infancia. La enfermedad del padre se transporta al hijo no para destruirlo sino para cambiarlo, la crisis de la adolescencia se cataliza con el despertar de un gen recesivo y se encarna en la paliza que el joven da al matón de su escuela, sin compasión y con control de su cuerpo golpea a su oponente hasta derrotarlo, el resto de sus compañeros, incluyendo a su novia, lo contemplan con una mezcla confusa de miedo y fascinación. La mutación de Joe Cusack en Tom Stall tiene un carácter redencionista – su estadía en el desierto, la mujer amada, la progenie (la cercanía con el filme de Eastwood no es coincidencia) – la metamorfosis posterior entre Cusack y Stall posee en cambio una dimensión neurológica, la conciencia de un tercer individuo emerge y provocará la crisis de toda la comunidad. Una escena final de un extraño carácter fordiano, con una mesa servida, la familia silenciosa y un poco atemorizada, el padre que vuelve de su matanza y al pequeña hija que toma la iniciativa de poner su plato en la cabecera, una imagen que remite a un nuevo final de “The Searchers”(1956) con la diferencia que ahora Ethan Edwards no permanece en el desierto sino que ingresa al hogar traspasando el umbral entre el espacio nómada y brutal del desierto al interior de la comodidad enajenada del espacio hogareño.


Una historia violenta es un ejercicio de clasicismo patológico. Factura de eficiencia narrativa contaminada con el virus de la ambigüedad moral que David Cronenberg a incrustado en el código genético de su cine. Tom Stall o Joey Cusack no es el villano solapado de tono gótico como el Michael Powell de La noche del cazador, en el filme de Cronenberg, el protagonista incluso en su soledad se comporta como su nueva personalidad, solo cuando bebe café apoyado en la barra de su negocio y contempla el automóvil de Ed Harris parece tensionarse la nueva personalidad, una cierta luz, un leve gesto, delata la personalidad latente bajo de su piel. Stall no nos esta engañando opera al interior de su propia lógica y como todo gran actor después de años de representar su papel la línea divisoria entre sus dos vidas comienza a desvanecerse. Stall y Cusack no son dos caras de una personalidad escindida de tono moral al estilo de las creaciones del siglo 19 sino un producto de una transfiguración radical de orden neurológico, el tema no es la maldad de uno y la bondad de otro sino la recombinación de ambos en una nueva especie hibrida y compleja: Stall-Cusack es la criatura que emerge después de años de latencia y todo metamorfosis es un acto de violencia.


A HISTOY OF VIOLENCE
Dirección:
David Cronenberg. Países: USA y Canadá. Año: 2005. Duración: 96 min. Género: Thriller, drama. Interpretación: Viggo Mortensen (Tom Stall), Maria Bello (Edie Stall), Ed Harris (Carl Fogarty), William Hurt (Richie Cusack), Ashton Holmes (Jack Stall), Stephen McHattie (Leland Jones), Heidi Hayes (Sarah Stall), Greg Bryk (William "Billy" Orser), Peter McNeill (Sheriff Sam Carney). Guión: Josh Olson; basado en la novela gráfica de John Wagner y Vince Locke. Producción: Chris Bender y J.C. Spink. Música: Howard Shore. Fotografía: Peter Suschitzky. Montaje: Ronald Sanders. Diseño de producción: Carol Spier. Vestuario: Denise Cronenberg. Estreno en USA: 23 Septiembre 2005.

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